Los visitantes de las termas romanas siempre encontraban, sin importar el tamaño o relevancia del balneario, tres ambientes: el frigidarium, el calidarium y el tepidarium (fig. 1).

Fig. 1 - Ostia, Termas del Foro (siglo II d.C.). En color amarillo se observan los tepidaria (de Pavolini 1983, pág. 106).

Este último no solía ser de un tamaño grande y servía para evitar que los visitantes de las termas sufrieran un cambio brusco entre los ambientes calientes y los fríos, y viceversa (fig. 2).

Fig. 2 - En color verde se indica el tepidarium de las Termas II (de Bacco-Serra 1998, reelaborado por C. Tronchetti).

Podemos reconocer el tepidarium porque no se calentaba directamente del horno, como en el caso del calidarium, sino mediante el aire caliente que pasaba debajo del suelo y a través de los orificios de las paredes.

El tepidarium de las termas de Fordongianus no se encuentra en buenas condiciones (figs. 3-4), y podemos intuir su función solamente por su posición en el recorrido del balneario.

Fig. 3 - Paso del tepidarium al calidarium (foto de Unicity S.p.A.).

Fig. 4 - Pared del tepidarium con signos evidentes de la fuerte erosión que ha revelado la estructura del interior (foto de Unicity S.p.A.).