El hallazgo
Los primeros que se dieron cuenta de la presencia de estructuras de carácter arqueológico en la colina artificial de «Bruncu Su Nuraxi» fueron los jornaleros agrícolas que, tras la guerra, trabajaban en este terreno para Oreste Sanna, el propietario de esta parcela.
La historia de la excavación, en la que participaron alrededor de cien empleados de Barumini, no es muy conocida (fig. 1).
A dicha altura, el joven arqueólogo Giovanni Lilliu percibía la presencia de un nuraga. sepultado. Araban esa tierra y sembraban cebada y habas. En cambio, no podían sembrar trigo dado que dicha tierra no era la más adecuada para ello. Lo que la gente de Barumini llamaba «Sa Funtana» (el pozo) era una de las torres del bastión.
En la década de 1950, Lilliu, tras realizar algunos ensayos de excavaciones en la colina para verificar la presencia de estructuras arqueológicas en la superficie inferior, decidió, junto con el entonces Superintendente Gennaro Pesce, llevar a cabo una campaña sistemática de excavaciones para sacar a la luz la estructura del nuraga, casi completamente cubierto de tierra y vegetación por los derrumbamientos que hubo a lo largo del tiempo (figs. 2 y 3).
El equipo de trabajo estaba compuesto aproximadamente por 40 jornaleros locales, la mayoría supervivientes de guerra, que contrataron en calidad de fuerza motriz y que también usaban bueyes para trabajar (fig. 4).
El gasto total fue de 20 millones de liras.
El arqueólogo Giovanni Lilliu definió la excavación de Bruncu Su Nuraxi como una «hazaña», y a los empleados que colaboraron con él, los «hermanos de una gran aventura» que duró 5 años.
Bibliografia
- LILLIU G., Il nuraghe di Barumini e la stratigrafia nuragica, in Studi Sardi, XII-XIII (1952-1954), Sassari 1955.
- MURRU G., Su Nuraxi di Barumini 1950/2000. Le immagini del sito archeologico più famoso della Sardegna dai primi scavi al riconoscimento internazionale dell'UNESCO, Cagliari 2000.