Ideología funeraria en el mundo fenicio-púnico
Los antiguos fenicios creían que había vida después de la muerte y, por lo tanto, creían en el más allá. A pesar de esto, no momificaban a sus difuntos como lo hacían los egipcios, sino que los incineraban o los enterraban en cámaras de hipogeos (fig. 1).
Los fenicios imaginaban el más allá como una ciudad de los muertos a la cual se llegaba solamente después de un largo y difícil viaje, en parte acompañados por alguna divinidad, a la cual había que darle una recompensa, motivo por el cual al difunto se
le enterraba con una moneda, generalmente dentro de la boca.
Sin embargo, el viaje hacia la ciudad de los muertos no comenzaba justo después de la muerta, sino que el difunto se quedaba durante un tiempo en la tumba, como suspendido entre el mundo
y el más allá, antes de partir hacia si hogar definitivo. Quizás fue este el motivo por el cual el sepulcro albergaba todo lo que el difunto había usado en su vida: objetos domésticos de uso diario, objetos para el cuidado corporal, juegos (en el caso
de niños difuntos) y, en algunos casos, armas, comida y bebidas (fig. 2).
Para realizar tan largo viaje, al lado del difunto colocaban objetos de carácter mágico-religioso: en primer lugar, amuletos, cuya función era defender al difunto contra malos espíritus (fig. 3); máscaras de carácter apotropaico, es decir, que tenían el poder de alejar a los espíritus malos (fig. 4); una lámina de oro o plata que representara el juicio de los muertos inspirados, muy probablemente, en textos egipcios, en introducido en un amuleto de oro o plata con forma de divinidad egipcia o de una lámina (fig. 5); los escarabeos, en parte amuletos, en parte sellos, usados en vida y que se llevan consigo a la tumba (fig. 6).
Por lo tanto, colocaban al difunto entre estos objetos, enterrado o incinerado, en tumbas de cámara de hipogeos y, a menudo, lo adornaban con joyas y collares (fig. 7). Según las costumbres tradicionales, la persona enterrada se cubría de resinas y ungüentos perfumados con el fin de terminar con el mal olor de la descomposición y, quizás, para retrasarla.
Los fenicios llamaban Refaim a sus difuntos porque los consideraban como fantasmas. En general, se trataba de personajes importantes como soberanos o guerreros divinizados tras su defunción quienes tenían un fin protector en relación con los vivos.
De esta forma se podría interpretar al personaje egiptizante esculpido en un pilar de la tumba de cámara hipogéica nº 7 de Sulky como una divinidad protectora, o como un abuelo divinizado, probablemente la persona que habría tenido que acompañar al
difunto en su viaje hacia el más allá (fig. 9).
Bibliografia
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