Delante de la basílica de S. Saturnino (fig. 1), en la plaza de S. Cosimo, durante las excavaciones arqueológicas de 1990 descubrieron un pozo cuadrangular que hoy en día ya no está. Se abría hacia el noreste y se podía acceder a él a través de una escalera. Estaba cerrado por paredes en su parte inferior formadas por material arquitectónico que había sido reutilizado y, en la parte superior, por material lítico unido con mortero (figs. 2 y 3). Los materiales y los datos estratigráficos permiten datarlo en la era romana imperial, es decir, en la misma época en la que se usó el área fúnebre.

Fue reestructurado en el siglo VI: cerraron su entrada y construyeron un muro curvo alrededor, abierto al noreste, con un pasillo de acceso delimitado por una estructura en el lado sur. Muy probablemente estuvo vinculado con los usos de la necrópolis y data de una era muy antigua al haber sido interpretado como pozo sagrado, vinculado con el culto de las aguas. Además, en los cimientos del muro curvo se ha hallado el cráneo de un bovino junto con un hueso grande que, según algunos expertos, podría estar vinculado con una ceremonia de desacralización. Muy probablemente sus orígenes fueron paganos aunque cristianizados, por lo tanto, se trataría de una transformación del pozo sagrado de pagano a cristiano.

En la Edad Media, el espacio de alrededor del pozo fue nuevamente reestructurado: tiraron el muro curvo parcialmente y colocaron pilares cuadrangulares revestidos con material de terracota. En cambio, en la era moderna el pozo lo conectaron a un sistema de contenedores mediante una canaleta.

Fig. 1 - Plaza Sa Cosimo: el pozo se encontró en el lugar donde se encuentra el parterre en la actualidad (foto de Unicity S.p.A.).

Fig. 2 - Plaza Sa Cosimo: planimetría del pozo (de Pani Ermini, Spanu 1992, pág. 26, fig. 16).

Fig. 3 - Plaza Sa Cosimo: el pozo durante las excavaciones (de Pani Ermini, Spanu 1992, pág. 31, fig. 20).