El complejo fortificado
La cima de la colina de Su Muru Mannu, que domina la ciudad de Tharros desde el norte, constituía un baluarte natural hacia el interior (figs. 1-2), y por este motivo se construyeron fortificaciones hasta la Época Púnica.
Las fortificaciones fueron sometidas a modificaciones y trasformaciones a lo largo de los años, y esto hace que su lectura sea más bien compleja y no del todo clara todavía.
Podemos decir que nacen en Época Púnica, durante el s. IV a. C., pero el aspecto actual es el de la reestructuración romana definitiva, que tuvo lugar en el s. II a. C.
Las fortificaciones están compuestas de una muralla interior (C), construida con bloques irregulares de basalto colocados en seco y con la inserción de bloques regulares de arenisca que muestran una clara intención decorativa. Enfrente, un muro de contraescarpa (B) construido también con bloques de basalto, y que externamente sostiene un poderoso terraplén (agger) de tierra, delimita un amplio foso (A) (figs. 3-6).
En la muralla se abre una poterna, obstruida en época posterior, y hecha también con bloques de arenisca clara bien escuadrados (fig. 6). La parte alta de la muralla se ha derrumbado, pero podemos reconstruirla con almenas arqueadas (fig. 7).
Durante el s. I a. C. se consideró que el foso ya no era útil y se rellenó parcialmente; pocos años después se utilizó para instalar una pequeña necrópolis.
Bibliografia
- AA.VV., Tharros XXIV, supplemento alla Rivista di Studi Fenici XXV, Roma 1997