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  • Era Paleocristiana - Antigüedad Tardía (siglos IV d.C. - VII d.C.)

Área arqueológica de Sant'Eulalia

El área arqueológica de Sant'Eulalia cuenta con una superficie de 900 m2 por debajo de la iglesia homónima, con sedimentos y estructuras que cuentan una historia de 23 siglos: desde el siglo IV a.C. hasta principios del siglo VIII d.C., sin una continuidad, y posteriormente desde el siglo XIV hasta la época actual.
La muestra más antigua del lugar data de la Era Púnica tardía y hace referencia a una cantera a cielo abierto realizada en la superficie de rocas de cal, que usaron hasta el siglo III a.C. para extraer bloques para la construcción. De dicha actividad todavía quedan los restos en las hendiduras ortogonales que todavía se pueden observar, llenas de polvo de caliza en el momento de su conclusión para crear una superficie única. Además, los bloques se usaron para construir una terraza, de la que todavía quedan tres hileras de bloques isódomos sobre la roca, que se ha identificado como la unidad estratigráfica de los muros más antigua del lugar. Dicho muro servía como un santuario extraurbano en la época, donde sacralizaron un área limítrofe de la que todavía quedan discretos restos: en su interior pudieron haber venerado a una divinidad semita. El thesaurus (la única muestra que ha sobrevivido) hacía referencia a eso. Estaba dotado de un podio y de un pozo profundo, que se ha encontrado lleno de tierra mezclada con ceniza, varios fragmentos de cerámica y restos de metal, como 307 monedas de bronce, que datan de entre el siglo III a.C. y el período romano imperial. Posteriormente abandonaron y derrumbaron el thesaurus (fig. 1) y lo que quedó de mismo acabó bajo varias capas de tierra, ceniza y caliza triturada.

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Fig. 1 - Parte inferior del thesaurus (de Martorelli, Mureddu 2002).

De esta colmatación provienen los fragmentos en cerámica sellada africana D, que datan de principios del siglo IV e inicios del siglo V d.C., que han formado el terminus post quem de dicho abandono. En esta fase realizaron un proyecto de urbanización que se basó en la remodelación de un área donde había una calle de piedras (fig. 2) que separa los dos grandes complejos residenciales que todavía sobreviven. Mientras que posteriormente, en una segunda intervención, construyeron un gran pórtico.

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Fig. 2 - Calle de piedras flanqueada por barrios residenciales (foto de Unicity S.p.A.).

La calle, formada por grandes piedras, en un principio tuvo una anchura de 4,20 metros, estaba orientada hacia el noreste/suroeste y caracterizada por una inclinación hacia el mar, que en un origen debió de ser menos escarpada respecto a cómo lo es en la actualidad. La majestuosidad de dicha obra pública destaca la importancia del área o de la misma calle. En la actualidad sólo queda un breve tramo residual en el noreste del lugar porque probablemente, hacia finales del siglo VI, la estrecharon debido a que necesitaban más espacio para uso privado. En la misma superficie se abren tres pozos, que en la antigüedad debieron servir para el mantenimiento de los conductos del alcantarillado. Estos últimos tienen una forma cuadrangular y una cubierta tipo bóveda, aunque se realizaron mediante dos técnicas diferentes: en uno de los casos la parte inferior está excavada en la roca, mientras que la superior está formada por grandes losas de caliza; la segunda técnica cuenta con las paredes revestidas de ladrillos y, en el fondo, una capa de material de terracota que nivelaba la superficie (fig. 3).

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Fig. 3 - Tramo del alcantarillado en parte excavado en la roca y en parte construido con material de terracota (foto de Unicity S.p.A.).

De la misma época que la calle también ha sobrevivido un ambiente residual de una vivienda privada con un umbral lítico, que todavía muestra los orificios para las bisagras. La anulación de una parte de la misma es la demostración de las modificaciones que se realizaron entre el siglo V y VI para estrechar la calle. El muro para delimitar la calle fue creado mediante la técnica opus africanum, formada por una serie de elementos de piedra rectos y colocados a distancias regulares, que servían para unir las hileras de los espacios intermedios. En el lado opuesto de la calle hay un área de una época sucesiva con varios ambientes, como un patio con pozo y una letrina, dos rampas para llegar al rellano y al menos un piso superior. A sus espaldas hay dos espacios servidos por una cisterna. En el siglo VI añadieron otros dos en el sector sureste. Los nuevos espacios fueron elevados en relación con la superficie del suelo, sobre los cuales colocaron unos pesebres de piedra para un nuevo uso, probablemente de carácter rural, y que demostrarían el cambio socio-económico del área (fig. 4).

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Fig. 4 - Ambiente que elevaron respecto a la superficie del suelo y al que añadieron dos contenedores de piedra (foto de Unicity S.p.A.).
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Fig. 5 - Cisterna ubicada en la parte inferior del ambiente que se elevó en relación con la superficie del suelo (foto de AFS).

El porticus debió de ser un elemento peculiar del barrio en un momento posterior al siglo IV. En su lado oeste muestra una hilera de columnas cubiertas con enlucido sobre una base de mármol, mientras que en el opuesto estaba cerrado por un muro doble. El porticado debió de representar una obra pública monumental, majestuosa según su tamaño y decoración: supuestamente con 8 metros de ancho y 24 metros de largo, su tamaño real no se puede determinar exactamente por las viviendas que se construyeron encima de los restos arqueológicos más allá del perímetro de la iglesia. Por otro lado, el muro interno estaba revestido con enlucido de color. En la parte superior contaba con un techo a dos aguas de tejas decorado con antefijas figulinas representadas por gorgonas y matas de acanto, obras romanas activas durante la primera era imperial. El espacio interior lucía un suelo con losas de caliza y mármol de forma irregular sobre una cama de cal donde se abre la boca de la cisterna con forma de botella (fig. 6). Esta cisterna suministraba agua a todos los de la zona, hecho demostrado por los fragmentos de ánfora hallados en el fondo. En el momento de su hallazgo, la boca de la cisterna (fig. 6) estaba cerrada por un tapón de piedra colocado para conservar los pequeños tesoros de monedas ocultos en su interior en un momento de peligro, cuando el área estaba perdiendo su función lentamente. Detrás del muro externo del pórtico se ha encontrado un canal para el flujo hídrico que formó parte de un proyecto de ingeniería hidráulica más amplio: en el muro también fijaron unas tejas mammatae que permitían crear una cámara de aire para aislar el revestimiento de la humedad. Delante hay otras canaletas y una superficie rebajada que han hecho hipotetizar la presencia de áreas para colocar plantas decorativas para que hicieran de marco a las columnas y, naturalmente, una canaleta para las aguas para la reserva hídrica.

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Fig. 6 - Boca de la cisterna con forma de botella (foto de Unicity S.p.A.).

El siglo V d.C. estuvo caracterizado por eventos que modificaron el ambiente político de Cerdeña y, como consecuencia, también el urbano de sus localidades. A finales del siglo anterior, en el año 395, el emperador Teodosio creó una división del Imperio entre sus dos hijos Honorio y Arcadio que, respectivamente, obtuvieron la parte occidental y la oriental del Imperio. Entre los años 455 y 467, la isla estuvo sujeta a los dominios vandálicos, a pesar de que los emperadores bizantinos desde Valentiniano III (425-455) a León I (457-474), intentaran en numerosas ocasiones restablecer la autoridad imperial en dicho territorio. La parte occidental del imperio, junto con sus ramificaciones, se fue debilitando y su defensa empeoraba cada vez más. Los pueblos que pasaban por sus fronteras, como los vándalos, y el caos interno dañaron su estabilidad poco a poco, cuya caída data del año 476 d.C. Dichos eventos se basaron en la distribución de los espacios urbanos: entre los siglos IV y V se observa un viraje respecto a las estructuras anteriores, sobre las cuales construyeron otras nuevas, de usos diferentes, que quizás modificaron mediante paredes divisorias.
Tras dichos acontecimientos históricos, el porticus (fig. 7) experimentó algunas transformaciones debido a las exigencias de la ciudad: después de la mitad del siglo V d.C., entre las rocas de las columnas introdujeron bloques de caliza para crear un muro continuo en casi la mitad norte de su longitud. Con dicha solución crearon un espacio cerrado en una parte del pórtico y algunos de los elementos de construcción se usaron para otras estructuras. En el siglo VI crearon una división en su interior: una pared ortogonal al lado del muro del fondo que se construyó con una parte de la columna. Puede que algunos de los bloques de las siete hileras colocadas de forma regular al lado de la parte más hacia el sur del pórtico procedieran de esta estructura, que pudo haber sido material listo para cargar o simplemente para reutilizar. El pórtico, en su descenso hacia el mar, se habría cruzado con la calle de piedra, a menos que a esta no le modificaran con anterioridad su dirección con una leve desviación hacia el sur. Dicha modificación podría hacer referencia a las variaciones que afectaron al tramo vial, dado que su importancia reside, probablemente, en la creación del pórtico limítrofe: desde este momento su majestuosidad disminuyó al estrechar y acortar su forma.

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Fig. 7 - El porticus (foto de Unicity S.p.A.).

Durante la mitad del siglo VI, Cerdeña se convirtió en una provincia bizantina debido a la derrota vandálica en el año 534 por parte de Narsés, general del Emperador Justiniano (527-565). La difícil convivencia entre el pueblo oriental y las poblaciones del interior de la isla fue la oportunidad para que los Ostrogodos del Totila llegaran hasta la isla y ocuparan algunas localidades, como Cagliari, entre los años 551 y 552.
A finales del siglo VI e inicios del VII, la situación política, que había cambiado, determinó un momento de inestabilidad que duró bastante tiempo, con la ciudad afectada por derrumbes por un lado, y reconstrucciones por otro. La ciudad continúo su vida sin solución de continuidad. En relación con dichos cambios, las estructuras fueron vaciadas para recuperar material de construcción, como pasó en la parte posterior del pórtico y en el muro transversal, que sufrieron un derrumbe. En el área que anteriormente estuvo ocupada por el muro de fondo de la columnata, que acabó enterrado, en el siglo VI realizaron un espacio amplio. Uno de sus lados más cortos, en el lado sur, se convirtió en la continuación del muro, que estrechaba y marcaba la calle de piedras en el lado occidental; mientras que el lado largo superior seguía el muro perimetral del thesaurus.
La caída de la Prefectura de África data del siglo VII, además del consecuente momento de vacío administrativo, que afectó de nuevo a los núcleos démicos. De esta forma, la localidad de Carales se convirtió en un área diversificada, con áreas residenciales alternadas con otras que habían convertido en rurales por los progresivos entierros. Además de un lento abandono de los barrios de la periferia, a través de un proceso de desestructuración que concluyó entre los siglos IX y XI, que también afectó a otras ciudades de la península itálica. Los barrios del lado este de Carales de la época bizantina, como S. Eulalia, tuvieron dicho destino, a favor de una concentración progresiva de la vida ciudadana lejos del mar.
Según los análisis, el material hallado en el área arqueológica no dataría de una época posterior al siglo VIII, dato que demuestra que en una época sucesiva no usaron el área como lugar residencial. Más adelante, el barrio se usó como descarga o «contenedor de basura». Esto no sólo conllevó la pérdida visual de las estructuras, sino también la del recuerdo de las mismas, que se llenaron de capas de polvo, tierra y residuos que formaron metros de estratos.
Después de aproximadamente 7 siglos, volvieron a elegir esta zona para construir un lugar de culto por expreso deseo de los catalano-aragoneses, devolviendo la vocación original de culto del lugar. El título a la Santa española se menciona en fuentes como hagiotopónimo incluso en 1332, mientras que el edificio religioso se conoció en 1365. Este edificio tuvo una sola nave, que probablemente correspondió con la nave central de la iglesia de la parte de arriba. De la antigua estructura quedan algunos elementos como un muro oblicuo, visible desde el elemento saliente de la actual fachada, una especie de contrafuerte que podría estar sujetando dicha fachada, que continúa debajo de la iglesia al nivel de los cimientos, que quizás construyeron en contacto con la tierra y que lo introdujeron en una fosa. Dicho muro sujetaba una estructura con forma de herradura al mismo nivel: este elemento podría ser el único que queda de la iglesia original de una sola nave. La reconstrucción de dicho edificio eclesiástico data del siglo XVI, y que fue ampliado mediante la adopción de una planta de tres naves con acceso a occidente; mientras que el espacio de la parte inferior lo usaron como cripta funeraria (figs. 8-10).

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Fig. 8 - Vista del interior de la nave central de la iglesia de Sant’Eulalia durante las primeras excavaciones (foto de AFS).
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Fig. 9 - Nave central sin suelo y excavación de la cripta mayor con altar y escalinata (foto de AFS).
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Fig. 10 - Una cripta funeraria lateral (foto de AFS).

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Créditos

Coordinación científica
dr. Claudia Cocco, dr. Francesca Collu

Asesoría científica
prof. Rossana Martorelli, prof. Fabio Pinna

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